martes, 1 de octubre de 2013


Dos poemas de Affonso Romano de Sant'anna

Arte final

No basta un gran amor
                           para hacer poemas.
Y el amor de los artistas, no se engañen,
No es más bello
                          que el amor de la gente.

El gran amante es aquel que silencioso
Se aplica a escribir con el cuerpo
Lo que su cuerpo desea y siente.

Una cosa es la letra,
Y otra el acto
                           -quien toma una por otra
                           confunde y miente.

                                                 (Traducido por Álvaro Rodríguez Torres)



Texto futuro

Lo que van a descubrir en nuestros textos
no lo sabemos.
Tenemos intenciones, pretensiones innumerables,
pero lo que van a descubrir en nuestros textos
no lo sabemos.

Desamparado el texto
desamparado el autor
se entremiran, en vano.

Huérfano
el texto aguarda alguna paternidad.
Huérfano
el autor considera
entre el texto y el lector
-la desletrada soledad.

                                                 (Traducción de Edda Armas)

miércoles, 7 de agosto de 2013

Poema de Álvaro Mutis

Pienso a veces...

Pienso a veces que ha llegado la hora de callar.
Dejar a un lado las palabras,
las pobres palabras usadas
hasta sus últimas cuerdas,
vejadas, una y otra vez,
hasta haber perdido
el más leve signo
de su original intención
de nombrar las cosas, los seres,
los paisajes, los ríos,
y las efímeras pasiones de los hombres
que atavió la vanidad
antes de recibir la escueta,
la irrebatible lección de la tumba.

Siempre los mismos,
gastando las palabras
hasta no poder, siquiera, orar con ellas,
ni exhibir sus deseos
en la parca extensión de sus sueños,
sus mendicantes sueños,
más propicios a la propiedad y al olvido
que al vano estertor de la memoria.
Las palabras, en fin, cayendo
al pozo sin fondo
donde van a buscarlas
los infatuados tribunos
ávidos de un poder
hecho de sombra y desventura.

Inmerso en el silencio,
sumergido en sus aguas tranquilas
de acequia que detiene su curso
y se entrega al inmóvil
sosiego de las lianas,
al imperceptible palpitar de las raíces;
en el silencio, ya lo dijo Rimbaud,
ha de morar el poema,
el único posible ya,
labrado en los abismos
en donde todo lo nombrado
perdió hace mucho tiempo
la menor ocasión de subsistir,
de instaurar su estéril mentira
tejida en la rala trama de las palabras
que giran sin sosiego en el vacío
donde van a perderse
las necias tareas de los hombres.
Pienso a veces que ha llegado la hora de callar,
pero el silencio sería entonces
un premio desmedido,
una gracia inefable
que no creo haber ganado todavía.

Cartas de Álvaro Mutis a Elena Poniatowska
Alfaguara
1997

martes, 23 de abril de 2013

Ampliación del campo de Batalla - Michel Houellebecq



  A ti también te interesó el mundo. Fue hace mucho tiempo; te pido que lo recuerdes. El campo de la norma ya no te bastaba; no podías seguir viviendo en el campo de la norma; por eso tuviste que entrar en el campo de batalla. Te pido que te remontes a ese preciso momento. Fue hace mucho tiempo, ¿no? Acuérdate: el agua estaba fría.
  Ahora estás lejos de la orilla: ¡ah, sí, qué lejos estás de la orilla! Durante mucho tiempo has creído en la existencia de otra orilla; ya no. Sin embargo sigues nadando, y con cada movimiento estás más cerca de ahogarte. Te asfixias, te arden los pulmones. el agua te parece cada vez más fría, y sobre todo cada vez más amarga. Ya no eres tan joven. Ahora vas a morir. No pasa nada. Estoy ahí. No voy a abandonarte. Sigue leyendo.
  Vuelve a acordarte, una vez más, de tu entrada en el campo de batalla.
p. 18

  He vivido tan poco que tengo tendencia a pensar que no voy a morir; parece inverosímil que una vida humana se reduzca a tan poca cosa; uno se imagina, a su pesar, que algo va a ocurrir tarde o temprano. Craso error. Una vida puede muy bien ser vacía y a la vez breve. Los días pasan pobremente, sin dejar huella ni recuerdo; y después, de golpe, se detienen.
  Otras veces tengo la impresión de que conseguiría instalarme de forma estable en una vida ausente. Que el hastío, relativamente indoloro, me permitiría seguir llevando a cabo los gestos habituales de la vida. Nuevo error. El hastío prolongado no es una posición sostenible: antes o después se transforma en percepciones claramente más dolorosas, de un dolor positivo; es exactamente lo que me está pasando.
p. 56

(...) Definitivamente, me decía, no hay duda de que en nuestra sociedad el sexo representa un segundo sistema de diferenciación, con completa independencia del dinero; y se comporta como un sistema de diferenciación tan implacable, al menos, como éste. Por otra parte, los efectos de ambos sistemas son estrictamente equivalentes. Igual que el liberalismo económico desenfrenado, y por motivos análogos, el liberalismo sexual produce fenómenos de empobrecimiento absoluto. Algunos hacen el amor todos los días; otros cinco o seis veces en su vida, o nunca. Algunos hacen el amor con docenas de mujeres; otros con ninguna. Es lo que se llama la «ley del mercado». En un sistema sexual que prohíbe el adulterio, cada cual se las arregla, más o menos, para encontrar su compañero de cama. En un sistema económico perfectamente liberal, algunos acumulan considerables fortunas; otros se hunden en el paro y la miseria. En un sistema sexual perfectamente liberal, algunos tienen una vida erótica variada y excitante; otros se ven reducidos a la masturbación y a la soledad. El liberalismo económico es la ampliación del campo de batalla, su extensión a todas las edades de la vida y a todas las clases de la sociedad.
p. 112




Extension du domaine de la lutte
Traducción de Encarna Castejón
Editorial Anagrama, Barcelona.
1999